Desde muy temprana edad he tenido un intenso anhelo espiritual. He recibido formación en diferentes Escuelas de Yoga y he integrando en mis clases la esencia de lo aprendido, vivido y compartido, en definitiva mi vivencia interna, para poder realizar una práctica efectiva, intensa y profunda.
A través de años de práctica he descubierto que es fundamental mantener una determinada temperatura corporal para que la sesión de Yoga sea efectiva y que esa temperatura se debe conseguir mediante la realización de una práctica vigorosa unida a un Pranayama adecuado. Esta práctica es beneficiosa en diferentes niveles. Tanto a nivel físico, creando las condiciones óptimas para un buen trabajo muscular, oxigenación sanguínea y desintoxicación por la combustión de toxinas, como a niveles más sutiles como por ejemplo a nivel mental, emocional y energético.
He creado un método de enseñanza a través del cual he podido acercar a personas de todo tipo y condición, la experiencia y el amor por el Yoga.
He desarrollado mi método trabajando en centros deportivos, gimnasios y centros de Yoga. Me di cuenta de que no todas las personas pueden alcanzar un estado de relajación y mucho menos de meditación sin hacer un profundo trabajo corporal. El cuerpo es el vehículo con el que contamos para poder acceder a otros estados de conciencia. Para poder acceder al estado de relajación consciente que nos puede aportar el Yoga y al mismo tiempo para poder acceder al estado de serenidad permanente o Samadhi, como fin último del Yoga.
Mi método de enseñanza bebe de las fuentes del Hatha Yoga. Aquel que busca el “cuerpo diamantino”. El cuerpo trabajado con los instrumento del Yoga, que consigue ser el vehículo del Ser y la Conciencia Divina.